Italiano

Per raggiungere questa misteriosa isola dovetti noleggiare una piccola barca. Appena arrivato dopo una navigazione di circa mezz’ora e attraversando un dedalo di canali, avvertii subito che nell’aria aleggiava qualcosa di inquietante. L’isola si trova sul lago  Xochimilco, in prossimità di Città del Messico. Centinaia di chinampas, piccole isole artificiali costruite dagli aztechi prima dell’arrivo degli spagnoli e convertite in orti, lo hanno trasformato in un dedalo di canali navigabili immersi in una vigorosa natura tropicale. È in questo strano e misterioso luogo che si svolge la nostra storia. Don Juan Santana Barrera era un contadino di mezz’età, un giorno di andare a coltivare una chinampa, un isolotto artificiale, sul lago Xochimilco. Poco tempo dopo accadde un fatto che avrebbe cambiato per sempre la vita di Don Juan. Vide una bambina che annaspava in acqua tentando di rimanere a galla. Non ci pensò due volte, prese la sua barca e cercò di raggiungerla più rapidamente possibile, ma arrivò troppo tardi. La piccola era ormai scomparsa tra le acque scure del lago. Don Juan non si dava pace e cominciò ad avvertire intorno a sé la presenza dello spirito della bambina. La notte se la trovava davanti, il giorno sentiva che si aggirava irrequieta sul piccolo isolotto. Era spaventato. Pensava che lo spirito della piccola, essendo affogata, non avrebbe mai trovato pace. Forse lo avrebbe perseguitato per il resto della sua vita. Allora pensò: come posso alleviare il suo dolore? Se avesse delle bambole con cui giocare, forse si sentirebbe meno sola. Cominciò a cercare bambole dappertutto. Nei mercatini, nelle discariche, chiedeva in giro se avessero delle bambole da regalargli, anche rotte. Al ritorno da ogni sua spedizione a caccia di bambole, le appendeva agli alberi dell’isola. Gli anni passavano, lo spirito della piccola continuava a tormentarlo e il numero delle bambole cresceva. Ormai erano centinaia e con il tempo diventavano sempre più spettrali. Ma forse non erano le bambole di cui aveva bisogno, ma di un altro spirito con cui condividere la sua solitudine. Fatto sta che Don Juan, ormai vecchio, annegò nello stesso punto dove morì la piccola e in molti pensano che adesso il vecchio e la bambina si tengano per mano, in fondo al lago.

Español

Para llegar a esta misteriosa isla tuve que alquilar una pequeña barca. Apenas llegué, después de una navegación de unos treinta minutos y atravesando un laberinto de canales, sentí de inmediato que en el aire flotaba algo inquietante. La isla se encuentra en el lago Xochimilco, cerca de la Ciudad de México. Cientos de chinampas, pequeñas islas artificiales construidas por los aztecas antes de la llegada de los españoles y convertidas en huertos, lo han transformado en un laberinto de canales navegables inmersos en una vigorosa naturaleza tropical. Es en este lugar extraño y misterioso donde se desarrolla nuestra historia.Don Juan Santana Barrera era un campesino de mediana edad, que un día decidió cultivar una chinampa, un islote artificial, en el lago Xochimilco. Poco tiempo después ocurrió un hecho que cambiaría para siempre la vida de Don Juan. Vio a una niña que se debatía en el agua tratando de mantenerse a flote. No lo pensó dos veces, tomó su barca y trató de alcanzarla lo más rápido posible, pero llegó demasiado tarde. La pequeña ya había desaparecido entre las aguas oscuras del lago.Don Juan no encontraba paz y comenzó a sentir a su alrededor la presencia del espíritu de la niña. En la noche la veía delante de él, durante el día sentía que ella rondaba inquieta por el pequeño islote. Estaba asustado. Pensaba que el espíritu de la pequeña, al haber ahogado, nunca encontraría la paz. Tal vez lo perseguiría por el resto de su vida. Entonces pensó: ¿cómo puedo aliviar su dolor? Si tuviera muñecas con las que jugar, tal vez se sentiría menos sola. Comenzó a buscar muñecas por todas partes. En los mercadillos, en los vertederos, preguntaba si alguien tenía muñecas para regalarle, incluso rotas. Al regresar de cada una de sus expediciones en busca de muñecas, las colgaba en los árboles de la isla.Pasaron los años, el espíritu de la pequeña continuaba atormentándolo y el número de muñecas crecía. Ya eran cientos y con el tiempo se volvían cada vez más espectrales. Pero tal vez no eran las muñecas lo que ella necesitaba, sino otro espíritu con quien compartir su soledad. El hecho es que Don Juan, ya anciano, se ahogó en el mismo lugar donde murió la pequeña y muchos piensan que ahora el viejo y la niña se toman de la mano, en el fondo del lago.